Es un honor para mí aceptar este premio, especialmente de manos de
Isabel [Allende]. Es evidente que estoy muy bien acompañada. Lo primero
que quiero decirles es gracias a todas y todos ustedes, y felicitaciones
en el vigésimo aniversario del Centro para los Derechos Reproductivos.
Todas nos acordamos cuando los derechos sexuales y reproductivos de
las mujeres no se consideraban derechos humanos. En las últimas dos
décadas, el Centro para los Derechos Reproductivos ha hecho mucho por
institucionalizar los derechos de las mujeres y por garantizar progresos
reales. A este esfuerzo se unieron muchos socios, inclusive UNFPA, el
Fondo de las Naciones Unidas para la Población, organismo hermano.
En la actualidad las mujeres de todos los países defienden sus
derechos. Hay un reconocimiento cada vez mayor de que respetar los
derechos reproductivos de las mujeres lleva a índices inferiores de
muertes y discapacidad de las madres, a niñas y niños y familias más
saludables, y a sociedades y economías más fuertes.
He conocido a innumerables mujeres de todo el mundo con las que hemos
defendido y hemos sido testigos de una mayor atención y compromiso con
los derechos de las mujeres. Tengo el orgullo de ser la primera
directora de ONU Mujeres. Nuestro trabajo se basa sobre cimientos
sólidos, desde la Convención sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer de 1979 hasta los acuerdos de El Cairo y
de Beijing, por los cuales se luchó mucho y se consiguieron con mucho
esfuerzo.
La lucha no ha terminado. Seguimos enfrentándonos a reacciones
violentas y oposición. Ésa es la razón por la que nuestro trabajo es
crucial, porque establece los límites y se mantiene firme en materia de
derechos de las mujeres. Cabe reafirmar: los derechos de las mujeres no
pueden servir de moneda de cambio. Los derechos de las mujeres no son
negociables. Los derechos de las mujeres son fundamentales para el
desarrollo mundial y para la paz y la seguridad internacional.
Sin embargo, se estima que hay 222 millones de mujeres en el mundo en
desarrollo que quieren planificar y espaciar sus embarazos pero que
todavía no tienen acceso a los métodos modernos de contracepción, lo que
lleva a más de 9000 embarazos no planeados por hora. Estas mujeres
tienen las mismas inquietudes y se enfrentan a las mismas decisiones que
la mayoría de nosotras aquí presentes. Son mujeres que corren el riesgo
de embarazos no deseados y de aborto porque no tienen opciones
reproductivas.
Ninguna mujer tendría que pagar con su vida por la falta de opciones
y, sin embargo, 47.000 mujeres mueren anualmente a causa de abortos
inseguros. Las complicaciones en el embarazo y en el parto son las
razones número uno de muertes de mujeres de entre 15 y 19 años de edad
en el mundo. Es inaceptable que continuemos hablando de muertes que
podemos prevenir. Lo que realmente está en juego es el derecho a la
vida: el derecho de las mujeres a la vida y a todos los otros derechos
humanos.
Las mujeres deben gozar de plenos derechos sobre un pie de igualdad,
derechos de salud sexual y reproductiva, derechos a la educación, a ser
participantes y líderes iguales en sus economías y sociedades, derecho a
vivir libres de violencia y discriminación.
Hasta que todas las mujeres puedan gozar de todos los derechos,
incluso de los derechos reproductivos, estableceremos los límites y nos
mantendremos firmes. Los derechos reproductivos son absolutamente
fundamentales para la igualdad de género y el empoderamiento de las
mujeres.
Les agradezco una vez más por este honor y agradezco a todas por lo que hacen. ONU Mujeres las acompaña en su lucha.
Muchas gracias.
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