martes, 20 de noviembre de 2012

Estado colombiano pidió perdón internacional a Alba Rodríguez

Esta campesina del Oriente de Antioquia luchó 16 años por demostrarle su inocencia a la sociedad.

Alba Lucía Rodríguez sigue con el 'taco' en su garganta, el que nunca la ha dejado hablar en público. Ayer, cuando el Estado colombiano le pidió perdón por las injusticias que cometió contra ella, no fue capaz de hablar.
Tampoco lo hizo Azucena, que inmediatamente ensayaba las palabras escritas por su hermana, se ahogaba en llanto.
La lucha por más de 10 años para que le reconocieran la inocencia a esta mujer que pagó injustamente seis años de cárcel, estuvo llena de obstáculos: campesinos pobres, con primaria básica y con el estigma de infanticidas en su pueblo, Abejorral, los hicieron pensar que Alba pagaría los 42 años y cinco meses de cárcel a los que fue condenada por el asesinato de su recién nacida -fruto de una violación- que, según se comprobó después, nació muerta.
Para Rocío Pineda, secretaria de Equidad de Género de la Gobernación de Antioquia, esta es la primera vez en la historia del Estado en el que hay un acto de reparación por el fenómeno de violencia de género: esos crímenes que, según ella, se ocultan, no se denuncian y hacen parte de las agresiones tradicionales en contra de la mujer.
Una lucha con ayuda social
En la inocencia de Alba, en un principio, no creía ni su propia mamá.
Fue por la labor de la Red Colombiana de Mujeres por los Derechos Sexuales y Reproductivos que el caso llegó hasta la Corte Suprema de Justicia.
De hecho, según Diego León Osorio su esposo, de no haber sido por la Red ella aún estaría en la prisión y en el anonimato: "No teníamos la plata para poder pagar un abogado", reconoció.
En la Corte los magistrados encontraron que jueces, fiscales y el mismo médico que le hizo la necropsia a la bebé habían cometido errores, llevándola a la injusta condena.
Por estas equivocaciones fue que ayer la Ministra de Justicia, Ruth Stella Correa, pidió perdón internacional en el caso de Alba. 
"El Estado lamenta profundamente y condena con firmeza las irregularidades que se presentaron durante el proceso judicial que se llevó en su contra, con posterioridad a los lamentables hechos ocurridos el 4 de abril de 1996", precisó la Ministra.
Una de las responsables de este triunfo para el movimiento de mujeres del país fue Judith Botero, miembro de la Red. Según esta antropóloga casos como el de Alba hay miles en el país.
"No sabemos cómo vaya a tomar el país este hecho histórico, la cultura es de lo más difícil de cambiar.Esperamos que la indemnicen porque ella y su familia están en un estado de pauperización", exigió.
En camino de una nueva vida
Cuadros con figuras de Garfield y de delfines hechos de chaquiras pequeñas, láminas de aluminio repujadas con ayuda de clavos afilados, paisajes bucólicos y hasta bordados, hacen parte de los pocos recuerdos que le quedan a Alba de los seis años en prisión.
Su pena, la más alta que hasta ese entonces habían dictado los jueces en Colombia, era incluso superior a la que recibió Luis Alfredo Garavito, quien fue condenado a 40 años de prisión por abusar y asesinar a 168 menores.
"Logramos este triunfo por la fuerza de las convicciones. Aún la
recuerdo el primer día que la vi: cabizbaja, derrotada y
monosilábica. Desde esa época ella pintaba muy bonito y escribía muy bien", recordó la abogada Ximena Castillo, quien se ha encargado de llevar su caso en estrados nacionales e
internacionales.
De hecho, aunque el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos fue proferido en el 2011 y exigía la reparación integral tanto de ella como de su familia -lo que incluía la consecución de una manera de subsistencia para Alba- solo desde hace dos meses tiene un trabajo en la Escuela Normal del municipio, como una de las encargadas del aseo. 
"Yo sí espero que llegue pronto la indemnización económica, sobre todo por mis papás que son los que están más pobres. Estaban pensando en vender la finquita e irse para Medellín, pero es que les dan muy poquito por ella", confesó Alba, que comenzó a hablar con más tranquilidad cuando acabó el tumulto y el bullicio del acto en su honor. 
A Alba aún le queda mucho de lo callada que ha sido desde niña. Sin embargo, la prisión y sus años de luchar por su inocencia la enseñaron a expresarse y le devolvieron la sonrisa, que fue la última imagen que les dejó a quienes, desde Medellín, fueron a acompañarla en el perdón que el Estado le pidió a esta campesina juzgada injustamente.
Carlos Mario Cano R
Enviado especial EL TIEMPO
Redacción Medellín  

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